Generalmente, el primer consejo que recibe un contribuyente es inscribirse en el monotributo. Es cierto que esta figura legal tiene muchas ventajas, como la posibilidad de contar con una obra social o realizar aportes jubilatorios. Pero debes saber que en algunos casos el monotributo no es la mejor opción. En este artículo te contamos todo lo que necesitas saber para tomar la decisión más acertada y evitar problemas a largo plazo.
¿Qué ventajas y desventajas tiene ser monotributista?
Ser monotributista tiene sus ventajas y desventajas, por lo que es importante realizar un análisis adecuado antes de tomar una decisión.
En cuanto a las ventajas, el monotributo permite tener el dinero en blanco, lo que permite ahorrar, invertir o adquirir bienes como vehículos automotores justificando los fondos. Además, al inscribirse en el monotributo, se accede a una obra social y se incluyen los aportes jubilatorios en la cuota mensual. El hecho de poder tener varios clientes y facturar por los servicios prestados también es una ventaja, ya que permite tener mayores ingresos y ser menos costoso para quienes contratan los servicios. Asimismo, el monotributo permite pagar todas las obligaciones tributarias y previsionales en una cuota única, ahorrando costos de declaración jurada por cada impuesto.
En cuanto a las desventajas, el monotributo no permite deducir algunos impuestos como el IVA, y también tiene límites en cada categoría en cuanto a ingresos anuales, lo que puede hacer que se pierda la condición de monotributista. Además, existen limitaciones en el desarrollo de la actividad, como la superficie afectada al negocio o el consumo de energía eléctrica. Por último, no se cuenta con los beneficios de un trabajo en relación de dependencia, como vacaciones pagas, indemnizaciones o licencias por enfermedad.
¿Cuándo conviene ser monotributista?
Ser monotributista puede ser una opción conveniente para aquellos cuya actividad económica no es lo suficientemente grande como para inscribirse en el régimen general. Esto se debe a que, al inscribirse en el régimen general, se debe pagar una mayor cantidad de impuestos y otros costos como el pago a un contador público para la elaboración de declaraciones juradas.
Además, ser monotributista también puede ser una buena opción para aquellos que deseen tener una actividad económica independiente, ya que permite contar con horarios más flexibles y la posibilidad de tener más de un trabajo. Sin embargo, es importante tener en cuenta que también existen desventajas, como la imposibilidad de gozar de vacaciones pagas, licencias por enfermedad, entre otras.
¿Cómo puedo adherirme al monotributo?
Para adherirte al monotributo, debes seguir los siguientes pasos:
- Ingresar a la página oficial de AFIP con tu clave fiscal y aceptar los datos biométricos que realizaste al tramitar tu CUIT y tu Clave Fiscal.
- Declarar la actividad que realizarás, seleccionando el servicio “Sistema Registral” y luego la opción que te corresponda si realizas más de una.
- Escoger la opción “Registro tributario” y luego en “Monotributo”.
- Elegir la opción “Adhesión”, ingresar tu número de CUIT y generar la declaración jurada.
- Completar los datos solicitados de tu actividad, así como escoger tu obra social (en caso de no tener obra social previa, como por ejemplo, por un trabajo en relación de dependencia).
Una vez que hayas completado estos pasos, ya estarás inscripto en el monotributo.
Si tienes dudas acerca de si te conviene ser monotributista o no, es recomendable que te asesores con un profesional en la materia. Un contador público puede ayudarte a analizar tu situación y a tomar la decisión más acertada. Además, un profesional puede brindarte información detallada acerca de los impuestos que debes pagar, las obligaciones tributarias y previsionales que debes cumplir, y los límites de cada categoría. Recuerda que es importante estar informado y tomar una decisión fundamentada antes de inscribirte en el monotributo.